El polvorín de la Atención Primaria en época COVID

 

Ya os he contado en este blog que tengo un tesoro en forma de grupo de Whatsapp que se llama «25 UAM». Es el grupo que formamos hace ya algunos años de los compañeros de promoción para nuestro 25 aniversario.

Aún es un grupo activo (muy activo) y lleno de tesoros (uno por cada uno de los más de 100 integrantes).

El día 30 de agosto Maria Teresa Jubete, compañera de la facultad, Médica de Familia y miembro del grupo, nos reenvió un texto que al leerlo reflejaba íntegramente la sensación de muchos de los trabajadores de Atención Primaria. Lo había publicado Vicky Benavides Sierra, médica de familia de Madrid, que nos mantuvo informados de su experiencia en IFEMA a través de sus redes sociales y que ha tenido la gentileza de dejarme reproducir el texto.

Muchos de vosotros ya lo habréis leído a través de sus redes sociales pero yo no encuentro mejores palabras para expresar nuestra situación actual. La situación no es muy diferente a la de cualquier otro centro de salud de la Comunidad de Madrid ni de España.

La olla a presión se está convirtiendo en un polvorín.

Imagen de Peggy und Marco Lachmann-Anke en Pixabay

«Como cada día… desde hace muchos meses. Acabo de entrar en el centro. Hoy solo un poco antes de mi horario. Los cuatro días previos he doblado mañana y tarde, como han hecho las demás. Ya se ha incorporado Fer… así que desde el miércoles hay un poco de alivio. De los nueve, faltan cuatro por volver. Elena aún no ha cogido ni un día de vacaciones. Montse muy poquitos…

Saludo a mis compañeros del turno de mañana. Una se irán en un rato; los administrativos y algunas enfermeras. Otras se quedarán a doblar consulta por falta de suplentes.

Hola! ¿Todos bien?

¿Cómo ha ido la mañana? ¿Han llegado las PCR que nos faltaban? ¿Seguimos en aumento? ¿Ha explotado hoy algo? Raro es el día que no pasa alguna cosa…

Como cada día… ¡Todos bien jefa!. Hemos escrito de nuevo al hospital. Deben estar desbordados con las PCR. Aun faltan ocho desde el miércoles…

Hemos hecho todas las PCR pendientes para hoy. Más de 40 en el turno de mañana. Hemos dejado todo el hueco de la tarde, para las que salgan a lo largo del día.

Y si… seguimos aumentando. Con la vuelta de vacaciones se nos disparan los contactos. Cada vez encontramos más positivos… y por cada uno… ya sabes…

Sin rastreadores, no se como vamos a poder abordar esto en Septiembre.

En la Unidad Administrativas están rehaciendo las agendas de septiembre. Las pediatras han vuelto a reorganizarse por enésima vez. No teníamos suplentes. Gracias a compañeras de otros centros que vendrán a doblar, podremos dar asistencia en los dos centros, en precario, sin activar el protocolo de ausencia de pediatras. Un autentico milagro de última hora. Tenemos dos vacantes sin cubrir desde hace meses…

Además con el alma en vilo. Dos de nuestras médicos, están en aislamiento por contacto positivo. Durante sus días de descando. Sin riesgo para sus compañeros y sus pacientes.

Asintomáticas las dos, gracias a Dios, pero hasta que no pasen el periodo completo estaremos preocupados por ellas.

¡Que valientes están siendo todos!

Además Carmen me cuenta como vamos de existencias de EPI. Carmen es nuestra TCAE. Aunque cada día pide el stock necesario, lo normal es que solo llegue parte. Desde Gerencia nos avisan para que podamos estar preparados de material… ¿ Qué hacemos si ni siquiera nos llega todo lo que ahora pedimos?

Somos maestros en desinfectar lo que tenemos, batas impermeables incluidas. No te digo ya las caretas, las gafas. A las mascarillas les pongo fecha. A las ffp2 claro. Una por semana, salvo necesidad urgente. Como para no ponerle fecha. De las quirúrgicas vamos un poco mejor, bajo la férrea distribución que hace Carmen.

Imagen de Pixabay

Gema, junto con las demás enfermeras, llevan el triage, las PCR, las técnicas, los controles de anticoagulación y lo que se tercie. Hemos intentado suplir todo lo posible. No siempre ha sido posible. Pero entre todos procuramos sacar el trabajo adelante.

Entro en mi consulta, me cambio mientras el ordenador se despereza. Guardo a cal y canto mi ropa y mi bolso, en lugar no contaminable si hago las cosas bien.

Abro APM (1) y veo mi lista de hoy. Mi consulta más la mitad de Isabel. La otra mitad la verá Maite. Elena dobla por la tarde y verá la mitad de la consulta de Marisa y la Mitad de Carlos. Montse también dobla. Hará la consulta de Vera.

Habíamos quedado en mantener tres de cuatro puestos por turno. Pero es inviable dada la carga que hay. Así que a base de doblajes, sacamos más huecos de atención. La mayor parte son telefónicos. Hacemos venir a todo el que entendemos que precisa atención presencial. Incluso a alguno que, sin poder valorarlo mucho previamente, se ha presentado en el centro y nos lo comentan desde el triage.

Hoy en mi agenda están los treinta y tres huecos de teléfono completos. Ocho veré en presencial. Además tengo pendientes de llamar y seguir a las diez PCR con resultado cargado. Por cada positivo, tendré que atender a todos los que el rastreo de su caso arroje. De lo que no tengo ni rastro es de los rastreadores propiamente dichos. No es que no trabajen. Es que son tan pocos para lo necesario, que en nuestra zona desde hace unos días no parece que haya.

Tenemos una urbanización con un posible brote. Contacto de piscina… porque eso del contacto estrecho… es el trending topic del verano: menos de dos metros sin mascarilla y más de quince minutos…

Imagen de Pixabay

Cada vez que les pregunto y me afirman que cumplen criterio… me siento desfallecer. Además del Covid, se van a contagiar de cualquier virus intestinal, respiratorio… Habrá que aislarlos, hacerles PCR, seguirles si tienen síntomas… con mala suerte serán Covid… con peor suerte alguno se agravará, contagiará a algunos de sus seres queridos vulnerables…alguno a la UCI… alguno ya no volverá a casa…

A los treinta y tres huecos más las diez PCR, se añaden las revisiones de las pruebas complementarias de hoy: las de mis diabéticos, las anemias, los hipertensos, las insuficiencias renales… así la de mis crónicos. Estoy aprovechando para revisarles antes de que empeoren las cosas… Al menos otras diez personas a las que llamar, ajustar tratamientos o incluso recitar para explorarles y seguir con el estudio pertinente. Distribuyéndolas a lo largo de la semana.

Imagen de Pixabay

Ahí no acabo… paso al listado pendiente de las bajas. Tengo que llamar a los que tiene fecha de revisión de hoy. Decidir si siguen de baja. Si ya pueden estar de alta. Parece solo un trámite administrativo, pero no lo es en la mayoría de los casos.

Siguiente listado pendiente: los informes externos. Realmente este es de los primeros que hago. En ese listado que normalmente no baja de diez pacientes, están los informes de alta del hospital. Son los paciente de mi cupo que han ido a urgencias de algún hospital público, o tiene alta de hospitalización. También las alertas Covid. Es decir los resultados de PCR de mis pacientes que no he solicitado yo. Son los que se han hecho en los distintos hospitales públicos y privados. Nos los cargan también. Muchos ya sabrán sus resultados. Pero nadie lo hace constar en el historial de Primaria. Así que ante la duda de estos pacientes conozcan sus resultados, también habrá que llamarlos, máxime si son positivos. Hay que asegurar el rastreo. Aquí enfermería colabora y procuran hacerlo ellas. De los que enfermería detecte y necesiten baja laboral para aislamiento, nos los citarán forzando hueco porque ya no queda ninguno libre. También les llamaremos.

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¡Venga! ¡Ánimo¡ Del listado de pendientes solo queda entrar en el de las prescripciones. Son los paciente a los que en breve les caducará la receta electrónica, los pacientes que tiene recetas del hospital sin firmar y las necesitaran. los pacientes que tiene fármacos con visados que también caducan. Algunos son de firma rápida. Pero otros no. Hay que revisar el historial. Algún hipertenso, algún diabético que no acude a control.

Te debates entre no firmar y obligar a que venga, o ser proactivo y llamarles, valorarles, insistir en que se hagan el control. Advertirles que sin revisarles, no deberías seguir firmando un tratamiento que no sabes que efectos está teniendo. Así escrito parece sencillo. En el día a día es una lucha a brazo partido.

Foto de Mano creado por tirachardz – www.freepik.es

La semana pasada, con uno de ellos, fue un horror.

Una esofagitis hace ocho años.

Mal llevado (porque ninguno hace continuidad asistencial ni seguimiento activo) entre la privada y su relaciones personales.

Diagnosticado en 2012. Sin control desde hace cuatro años al menos. Mantiene sintomatología que se ha agravado desde el ultimo control. En 2017 una de mis compañeras ya intentó revisarlo, habló con él. Le pidió la endoscopia. No se la hizo.

Su pareja, médico de profesión – desde luego sin conocimiento alguno sobre el tema, visto lo visto- le sigue prescribiendo el fármaco. Ahora quiere que lo haga yo a ciegas.

Por teléfono fue un horror de insultos, él y su pareja. Lo cité en consulta para reconducir la situación. Vino de mala gana. Solo quería un prescriptor ciego.

Expliqué. No me quiso escuchar. Pedí su endoscopia. Me dijo que era una mala profesional. Que por no seguir prescribiendo (se la abrí por tres meses más, desde el primer minuto) le exponía a una endoscopia. Sigue teniendo síntomas que han empeorado!!!

Siguió insultándome. Aún así terminé como pude la atención con consentimiento informado y preparación de prueba explicada- y con enfermera como testigo de la situación-. Me amenazó con reclamación y denuncia… Le expliqué que solicitaría que le cambiaran de cupo, porque claramente la confianza en mi atención y la relación médico paciente no era la adecuada.

En treinta años como médico, es la primera vez que pido a alguien que se marche de la consulta. Todo esto por no firmar en automático y preocuparme por la situación de su esófago. Según su pareja, psiquiatra de profesión, es porque me interesan más los incentivos por gasto farmacéutico. Si esto te lo dice un paciente duele. Si te lo reclama un compañero que puede prescribir también… ¿ Que sentiríais vosotros? Ah! Como detalle, me trajo el informe de posicionamiento terapéutico de los IBP del Ministerio… para que me lo estudiara… de parte su su pareja médico… psquiatra…

Casi se acaba la jornada. Estoy de turno de respiratorio. Me avisan: Vicky! Te paso a “respi”una sospecha Covid que ha venido al centro.

Me enfundo el EPI, los guantes, las gafas, la mascarilla, la careta. Cojo mi fonendo. Voy a la zona de Covid. Atiendo al paciente.

Imagen de Pixabay

De nuevo sintomatología leve. No ha guardado las medidas suficientes durante las vacaciones… Viene de vacaciones. Síntomas leves desde hace cinco días. No ha querido/podido consultar al inicio. Ha esperado a llegar a Boadilla anoche. Se me cae el alma a los pies. Si sale positivo… ¿A cuántos habrá infectado?

Al explicarle el aislamiento que debe seguir y como será el proceso, se pone un poco impertinente. Empieza a reclamarme que si el teléfono, que si la sanidad pública, que si tiene que ir a trabajar, que para eso nos paga con sus impuestos.

Te estás preocupando por su salud y su seguridad ( y creedme que lo hago calmada y con cariño!), y paga su frustración conmigo. Es desolador. Mientras, tiemblo de pensar en los vulnerables con los que se haya podido topar. La carga de trabajo que generará su posible positivo no es nada comparado con el posible drama que podrá causarle a alguien. ¿ Qué parte no entienden??? Por Dios!!!

Salgo, me desvisto con cuidado, hay que reciclar el EPI, limpiar la careta, el fonendo. Me relavo las manos, la cara, me pongo alcohol. Tengo la cara desecha de granos en el área de la mascarilla. Creedme que no tengo edad de acné…

Imagen de Pixabay

Durante la tarde, entre otros ocho presenciales, he visto a un mayor. Me he roto la cabeza para ajustar la cita y que no coincida con ningún otro paciente en la sala de espera. Lumbalgia de varios días que no ha tenido nunca y que no ha cedido con analgesia convencional. Hay que revisarlo.

He limpiado mi mesa con solución de lejía y las sillas antes de que entre. No le dejaré tocar nada. Le ofrezco alcohol al entrar, para sus manos.

Viene con su hijo.

Le atiendo en consulta. Le exploro. Es cardiópata. No podré tirar de antiinflamatorios con mucha alegría a riesgo de meterlo en Insuficiencia Cardiaca. Se lo explico. Le pauto analgesia. Agradecidos y con cariño, al salir me dicen los dos: Que tranquilos estáis aquí. ¡No hay nadie!

Ese “no hay nadie” suponen los más de 67 pacientes que he atendido esta tarde, sin contar los contactos de los rastreos positivos, que no he agendado aunque si atendido correctamente.

Otro tanto ocurre en nuestro otro Centro de Salud de Boadilla. Ya sabéis… un equipo, dos centros. No dividimos los problemas por dos. Los multiplicamos por dos…

Por la noche, en el telediario escucho las noticias. Los hospitales empiezan a prepararse. Veo imágenes de profesionales de SUMMA haciendo el cribado en la zona sur de Madrid. Profesionales de hospitales contando como van… Imágenes de una sala de rastreadores en algún sitio… Hasta el representante sindical de turno, medico de familia, dando declaraciones delante de nuestro hospital de referencia…

Sin noticias de Primaria….

Como cada día… desde hace muchos meses… Desde hace muchos años.

Y con todo esto, me siento una privilegiada, frente a otros muchos Centros de Salud y muchísimos otros compañeros.

Hoy por mi y por todos mis compañeros!!!

Un día cualquiera de agosto de 2020

PD: Aquí.. ni te cuento las tareas de Dirección de Centro…. Para qué…»
 
 
(1) APM son las siglas de «APMadrid» el programa informático que recoge la historia clínica de los pacientes de esta Comunidad
.
 
 
 

Aunque parece que no es muy bien entendido por la población ya que algunas personas promueven enfrentamientos entre sanitarios de diferentes niveles asistenciales.

Según la opinión de esta señora tendría que haber una guerra campal dentre médicos (ni existen las enfermeras, ni TCAE, ni administrativos, ni celadores…) porque en atención primaria debemos tener úlceras por la inmovilidad.

Ignorando la falta de gusto por parte de esta señora por generar tensiones (hablar de enfrentamientos abiertos es de mal gusto) es cierto que desde el primer nivel asistencial no se ha hecho nada por parte de nuestros gestores para que se visibilice la acción de la Atención Primaria:

  1. No se ha dejado clara nuestra función en la pandemia (no ponemos tubos, no salvamos vidas, no pronamos a nuestros pacientes…) y eso parece que no es trabajo.
  2. Somos ignorados en los medios de comunicación y en la mayoría de las intervenciones públicas de nuestros políticos.
  3. Nuestros gestores intermedios no toman decisiones valientes.
  4. Parece que la población se cree que existen decenas de miles de rastreadores que hacen el trabajo y que nosotros tenemos una pocas llamadas de teléfono….

En mi centro de salud hay médicos que echamos dos o tres horas más de nuestra jornada laboral, que nos quedamos varias horas en el turno contrario al de nuestro trabajo por la responsabilidad personal de no dejar trabajo a medias, de que no se nos escape algún proceso importante entre tanto agobio burocrático.

Unas ideas para nuestros gestores, para que luego digan que no proponemos nada:

  1. Disminuir la carga burocrática ( la burocracia relacionada con los partes de baja laboral, la actualización de receta electrónica…) esto es algo que se ha hecho en la primera ola y debería hacerse de nuevo.
  2. Campaña de información a la población de nuestras tareas.
  3. Favorecer la implementación de procedimientos para un reparto de tareas equitativo dentro del grupo de trabajo.
  4. Contratación de personal. Somos pocos y estamos cansados.

Mientras tando seguiremos siendo los feos, los torpes, los malos y quejicas.

 

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Médico de Familia. Doctorando URJC. Apasionado por la aplicación de la tecnología en todos los aspectos de la salud. Entreno Pokemon, investigo con bots y a veces buceo.