Muchos sanitarios que somos partidarios del uso de tecnologías de la comunicación para relacionarnos con los pacientes y que estamos de acuerdo y promovemos la figura del «paciente experto» tenemos un dilema en el uso de tecnologías relacionadas con Internet. Por un lado somos conocedores de sus beneficios como herramientas para adquirir conocimientos y habilidades, compartir experiencias, evitar consultas de contenido poco útil con una mayor eficiencia del sistema sanitario o generar herramientas de autocontrol por parte del paciente. Por otro lado existen algunos inconvenientes como el hecho de la existencia de información no contrastada, falsa o manipulada por intereses que se extiende por la red y que genera un falso conocimiento que a veces tiene más impacto que el conocimiento científico.
Existen tres riesgos de la información sanitaria encontrada en la red:
- Información desactualizada. Es importante poner la fecha en todas nuestras aportaciones a la red ya que el conocimiento científico evoluciona. Verdades hace unos años o décadas son falsedades en el momento actual y por ello encontrar una aseveración científica tiene que estar acompañada de la fecha de publicación de la misma.
- Información que minusvalora o incluso apoya una enfermedad o un hábito saludable. Las campañas y movimientos antivacunas o el apoyo de la anorexia o el suicidio amparándose en la libertad individual están teniendo un eco muy importante en redes sociales con acceso a esta información por parte de adolescentes o jóvenes.
- Datos falsos sin aval científico apoyados bien en creencias mágicas o en intereses comerciales ajenos a la salud.
Lo ideal será llegar a un equilibrio.
En este equilibrio debemos colaborar profesionales sanitarios y pacientes y propongo un decálogo para cada uno de ellos.
En general, tanto para pacientes como para profesionales:
- No te fíes demasiado de aquellas páginas que abusan de la publicidad.
- También se puede dar la situación de que te quieran vender algo específico específico. Cada vez hay más recursos publicitarios disfrazados de ciencia donde se quiere dar salida a un aparato, un fármaco, una sustancia no farmacológica o un curso o formaciones específicos. Cuidado porque hay veces que es complicado distinguirlos.
- Bibliografía y enlaces externos. Todo artículo con rigor tiene que contar o con bibliografía referenciada.
- Cuidado con las verdades absolutas o con remedios milagrosos.
- Cuidado con las fuentes. La mayoría de los bulos llegan y se difunden por redes sociales. Especialmente Whatsapp, Facebook, Instagram y YouTube en la actualidad. En caso de duda pregunta o busca en fuentes fiables. Antes de asumr que una afirmación es una verdad, compruébalo.
- Cuidado con frases que explican conspiraciones. «Lo que las farmaceuticas no quieren que sepamos», «El remedio milenario escondido», «La solución a través de una medicina exótica»… suelen esconder mentiras.
Médico de Familia. Doctorando URJC. Apasionado por la aplicación de la tecnología en todos los aspectos de la salud. Entreno Pokemon, investigo con bots y a veces buceo.