Nueva realidad tras la COVID-19

Tenemos puestas muchas esperanzas en la vacuna o vacunas contra el coronavirus pero la llegada de esta nueva arma para el tratamiento de la pandemia no va a solucionar el problema de forma definitiva.

La pandemia COVID-19 ha cambiado nuestra forma de interactuar, comportarnos, socializar, aprender, ocupar nuestro ocio, trabajar o relacionarnos con nuestra familia; y estos cambios se mantendrán durante tiempo y, posiblemente, llegarán a modificar de manera definitiva algunos aspectos de nuestro comportamiento. y este hecho no tiene porqué ser negativo.

Numerosas enfermedades cuentan con vacunas y el hecho de tener un arma de tratamiento que estimule nuestro sistema inmunitario para favorecer la reacción en caso de ser infectados, no ha supuesto ni la erradicación del germen, ni que nos libremos de la enfermedad. Es cierto que minimizan los efectos, que salvan vidas, que disminuyen drásticamente la mortalidad… pero no desaparece la enfermedad.

Las experiencias con otras pandemias nos muestran hasta 2 o 3 oleadas de infección y que el virus puede estar circulante durante más de un año. En la mal llamada “gripe española” la segunda oleada del virus fue mucho más virulenta que la primera con mayor incidencia y mortalidad.

Mortalidad semanal por todas las causas durante la pandemia de «gripe española»

Llegará la vacuna y pasará un tiempo hasta que exista una masa de la población inmunizada frente a esta enfermedad ya que cuando se llegue a una vacuna (o vacunas) seguras, eficaces y eficientes tendremos que vacunar a la población y eso lleva un tiempo. Primero no habrá dosis suficientes para una vacunación generalizada y masiva y se tendrán que determinar a qué grupos poblacionales vacunamos primero y según se vayan produciendo nuevas dosis habrá que ir vacunando al resto. ¿Habrá que vacunar a toda la población o solo con vacunar a los grupos de riesgo será suficiente?. Tampoco sabemos cuánto tiempo dura la inmunidad natural generada por la infección por lo que ¿tendremos que vacunar a las personas que hayan pasado la enfermedad?, ¿a partir de qué momento?, ¿a todas o solo a los grupos de riesgo?.

Una vez que tengamos a una cantidad suficiente de habitantes de una población que hayan tenido contacto de forma natural o a través de la vacuna con el SARS-CoV-2 y hayan generado anticuerpos (u otra forma de activación de sus sistema inmune)… ¿mutará el virus?, ¿será como la gripe que cada cierto tiempo tiene una mutación y tendremos que hacer campañas estacionales de vacunación a la población?. Un dato curioso es que en los países del hemisferio sur, que están pasando actualmente su periodo gripal, la incidencia de la gripe está siendo muchísimo menor. Una de las causas que se postulan es que este año han aumentado las tasas de vacunación frente a la gripe y otra de ellas es que las medidas generales frente al coronavirus (lavado de manos, uso de mascarilla y distancia social) son muy efectivas frente al virus gripal. ¿Podría darse el caso que estas medidas hicieran que el coronavirus desplazara al virus de la gripe?

Imagen de Pixabay

Dentro de una o dos oleadas tendremos una vacuna probada y autorizada y a una parte de la población inmunizada, ¿significará que se ha acabado y que ya nos podremos olvidar de este virus?. Posiblemente no.

Posiblemente en un futuro:

  1. Habrá que vacunar (¿revacunar?) a población que se vaya considerando de riesgo.
  2. Tendremos que mantener las tres claves de protección contra los virus respiratorios (higiene de manos, separación interpersonal y mascarilla) que serán buenos hábitos sanitarios no solo frente al coronavirus.
  3. Algunos de nuestros hábitos (ocio, viajes, reuniones en grupos grandes) se verán modificados.
  4. La vacunación será obligatoria para algunas actividades (por ejemplo, la podrán exigir algunos países para cruzar su frontera).

Personalmente estoy deseando volver a viajar, volver a compartir sudor y gritos con algún desconocido fan de mis grupos favoritos en primera fila de un concierto de masas, abrazar a mis amigos, besar… pero por ahora me temo que algunas de estas cosas van a tardar tiempo en hacerse realidad aunque dentro de unos meses haya vacuna.

Hasta es posible que existan reticencias para hacer esto que estoy deseando por parte de otros y que se modifiquen nuestras formas de relacionarnos, y nos saludemos y expresemos nuestros afectos de otras formas más distantes o que los conciertos de música sean de manera diferente.

Esta entrada está llena de preguntas, muchas de ellas sin respuesta en el momento actual. Esperemos que poco a poco vayan apareciendo.

 

Primavera 2022. Asisto, después de algún año, a mi primer concierto de esta temporada. Tras elegir la mascarilla que mejor pega con mi atuendo me dirijo a la estación de tren. Distancia de seguridad mantenida, dos metros. Los letreros que estaban pegados en el suelo desde la tercera oleada para indicar la distancia ya están despegados y desteñidos, pero da lo mismo, ya sabemos mantener de forma automática la distancia sin las indicaciones.

Entramos en el vagón y nos ponemos los guantes desechables para agarrarnos a los asideros de la barra del techo. Me viene una tos que intento abortar, pero no puedo. Una señora me mira y se retira unos pasos de mí. Yo se que es la maldita alergia a las gramíneas, pero ella no lo sabe. Noto un reflejo de miedo en su mirada.

Llego a mi destino. Retirada de guantes y depósito en las papeleras que ya están desbordadas (sigue siendo mi Madrid de siempre). Una riada de gente se baja en la misma estación que yo. Alegría en los ojos de todos los «lesbianos» que canturreamos al eterno «JohnBoy» tras nuestras mascarillas. La fila va lenta, manteniendo los dos metros establecidos, sin pausa, pero sin prisa. Poco a poco nos acercamos de manera ordenada hasta la entrada.

Ya no hay papel. Todos con nuestros teléfonos y entradas digitales.

Llego a pista. Fila 5, sección 3. Ya estoy en mi espacio personal de 2 metros cuadrados donde me podré mover libremente sin quitarme la mascarilla.

Soy uno de los cientos de afortunados que podrá asistir presencialmente en un recinto donde antes cabían más de diez mil personas. Ellos lo verán desde sus casas a través de Internet al igual que yo tuve que ver los últimos cinco conciertos por la red.

Se hace la oscuridad. Santi salta al escenario. Se hace la luz.

No es lo mismo, ya nada es igual.

 

«Olvidas que caíste,
y ahora es imposible deshacer lo que me hiciste.
Y ahora qué piensas hacer,
soy nulo y tú distante, y ya nada es como antes.»

(«Mi personulidad». Love of Lesbian)

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Médico de Familia. Doctorando URJC. Apasionado por la aplicación de la tecnología en todos los aspectos de la salud. Entreno Pokemon, investigo con bots y a veces buceo.

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