En la consulta ,día a día, aparece el papel de la cuidadora (la mayoría de las veces son «ellas»), mujeres que dedican parte importante de su tiempo al cuidado de enfermos, ancianos o personas con alguna capacidad limitada. Las menos de las veces son mujeres profesionales de los cuidados y la mayoría son familiares directos que renuncian a parte de su vida (tiempo, ocio, ocupación laboral) al cuidado.
En unos primeros momento están desbordadas y asumen la tarea del cuidado porque la vida les ha llevado a una circunstancia en la cual tienen que hacerlo. Las primeras percepciones son de incapacidad de asumir esta tarea por el desconocimiento del cuidado específico que requiere la persona a cuidar. En este momento las enfermeras tienen una especial importancia para rebajar la ansiedad y dar los conocimientos y el apoyo necesario (no solamente el apoyo del conocimiento, sino el apoyo personal) para que estas mujeres se vean capaces de afrontar las novedades cotidianas que van a ir encontrándose en su nueva tarea de cuidadoras.
Posteriormente, según van desenvolviéndose con soltura, van apareciendo otros problemas. Estos problemas son más importantes cuanto más se alarga en el tiempo el cuidado. Sensaciones de agotamiento, de baches en autoestima, de sobrecarga física y emocional.
Para ello cuidar al cuidador es fundamental, tanto como apoyar al cuidado del cuidado.
Es cierto que el cuidado puede proporcionar satisfacciones como las que aparecen en este poema de Celida Ortiz en blog de Alzheimer Universal
Hoy la vida me ha enseñado que
no siempre gana el que tiene más
o el que cree saber lo verdadero,
ni el que tiene la razón.
Gana el que tiene amor,
el que sabe dar,
el que comprende
al que no comprende
y el que no se olvida de aquel
que todo olvida.
O este de Mariposa en Vuelo en el blog Poematrix
El día comienza con ojeras y despeine
la tarea es dura lo anuncia el alba
y unas manos generosas se extienden,
corazones sin prisa y sin pausa
que de rumores no se prenden.
Silentes caricias del alma
con lágrimas y dolor sorprenden
escondidas en rincones o recovecos
de su humanidad consciente.
Si las pudierais ver con otros ojos
sabríais el valor que tienen,
las abrazaríais cada segundo de su vida
ofreceríais el hombro mil veces.
El aroma que ellas desprenden
es amor sublime puro y etéreo
que en estos tiempos pocos lo entienden,
por ser víctimas del egoísmo
y de valores que no trascienden.
¡Ay como sois imprescindibles!
Decidme cuidadoras…
¿Cómo puedo secar tus sollozos?
¿Cómo puedo extender mis brazos
en serie para consolaros?
¡Sois tantas y a la vez pocas
Sois tan necesarias y
el mundo de vosotras desprovisto!
Cuidadora te doy un nombre
por tu mirada cristalina
aunque el dolor te marchite
eres sabia y decidida;
cuando besas canas en olvido
aunque en ello se vaya tu vida.
Tus manos pétalos de flores
terneza que no envejece;
y tu corazón un manantial
donde sentimientos emergen,
estos que acarician y desvelan
sin esperar recompensa.
Déjame cuidadora…
la huella por donde debo andar
ayudarte a cada paso
y tu agobio mitigar.
Cuidadora tú no sabes…
¡¡Cuánto te debe esta humanidad!!
La poesía, como reflejo del alma, sirve para poner palabras al agradecimiento de todas aquellas mujeres que dan parte de su vida por quienes más quieren.
Médico de Familia. Doctorando URJC. Apasionado por la aplicación de la tecnología en todos los aspectos de la salud. Entreno Pokemon, investigo con bots y a veces buceo.