¿Y si nos laváramos más las manos?

El lavado de manos no es algo descubierto en esta pandemia, sino una práctica sanitaria relativamente moderna que ha salvado más vidas que cualquiera de los medicamentos de los que disponemos actualmente.

Los grandes avances en salud no han venido por parte de los medicamentos, sino por la salubridad de nuestra forma de vida como especie, destacando la canalización de aguas residuales y la higiene personal.

Historia.

La sucia historia del lavado de manos.

Semmelweis, el mártir del lavado de manos

Durante los siglos XVII y XVIII, en la Europa moderna, la higiene corporal era una cuestión relativa y sería muy sorprendente vernos inmersos en esas épocas donde darse un baño estaba relacionado con el tratamiento de enfermedades.  Aún recuerdo con asombro la vista a un familiar lejano y tras enseñarnos su nueva casa, nos indicó «ahí está la bañera, que gracias a Dios, aún no hemos tenido que utilizar» (y esto era bien entrado el siglo XX).

Ya entrado el siglo XIX las clases sociales más altas empiezan a dar importancia a la higiene corporal y la limpieza se asocia a estatus social y econónmico elevado en contraposición a las clases sociales más bajas. Pero esta importancia tenía más implicaciones sociales que sanitarias.

En este contexto el médico húngaro Ignaz Semmelweis (1818-1865) que trabajabe en el Hospital General de Viena se da cuenta que en la sala de partos atendida por médicos la mortalidad puerperal era mucho más elevada que en la sala atendida por matronas. Tras estudiar diferentes variables posible llega a la conclusión que los médicos y estudiantes de medicina atendían a los partos muchas veces después de realizar autopsias y sin lavarse las manos. Las matronas no realizaban autopsias y atendían los partos.. con las manos más limpias.

Tras esta idea hizo que los médicos y estudiantes de medicina tras las autopsias se lavaran las manos con una solición de hipoclorito cálcico y logró disminuir la mortalidad puerperal desde el 10% al 1-2% con este acto.

Esta teoría se postula antes del descubrimiento de los gérmenes y por ello habla en sus trabajos de «partículas cadavéricas» que se podrían transmitir desde los cadáveres de las autopsias a las mujeres parturientas ocasionándolas la muerte.

La clase médica conservadora tanto europea como americana no podía concebir que la mortalidad de estas mujeres estuviera producida precisamente por los responsables en mantener su salud y aceptar esta teoría significaría admitir que la clase médica no tenía una higiene (estatus social) adecuada.

Pero el reconocimiento de la importancia del lavado de manos como parte de un protocolo sanitario no fue para Semmelweis sino para el cirujano Joseph Lister, que en 1877 realizó la primera intervención quirúrgica en condiciones de antisepsia mediante unos aspersores situados en la zona quirúrgica. Sus trabajos fueron publicados en The Lancet donde proponía el origen bacteriano de las infecciones en las heridas y los métodos para evitarla como el uso del fenol como antiséptico tanto para el instrumental, las manos de los cirujanos y las propias heridas de los pacientes.

Con el descubrimiento de los gérmenes (finales del siglo XIX principios del siglo XX) la higiene de manos ya no solo es un símbolo de clase social, sino que se incorpora a las actividades cotidianas sanitarias con múltiples demostraciones científicas de su eficacia en diferentes tipos de intervenciones.

En esta época la enfermera británica Florence Nightingale (1820-1910), considerada la madre de la enfermería moderna, durante la Guerra de Crimea, logra salvar numerosas vidas reduciendo la mortalidad de los soldados hospitalizados gracias a la mejora de las condiciones de higiene, ventilación, limpieza y lavado de manos del personal sanitario.

Hoy en día nos parecería impensable para un sanitario no lavarnos las manos antes y después de explorar a un paciente, al entrar a un quirófano o al realizar alguna prueba invasiva, pero hemos de tener en cuenta que esta actividad es relativamente reciente en la historia de la humanidad.

Higiene de manos en las actividades sanitarias.

Esta higiene de manos es el mecanismo más sencillo, eficaz y barato de prevenir infeccones relacionadas con la atención sanitaria. Éstas son aquellas que se producen en cualquier momento de la atención dentro del sistema sanitario.

Aunque  se pueden transmitir por múltiples vías, la vía más frecuente de transmisión es por contacto a través de las manos de los profesionales sanitarios.

Imagen de Couleur en Pixabay

Por lo tanto la higiene de manos es un procedimiento cuyo objetivo es reducir el número de microorganismos que hay en la piel de las manos de los sanitarios. Si el procedimiento se realiza con agua y jabón lo llamamos lavado de manos y si se realiza con un preparado de base alcohólica o con un jabón antiséptico lo denominamos desinfección de las manos.

La higiene de manos se debe realizar antes y después de estar en contacto con una persona que precisa atención en cualquier punto del sistema sanitario. La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda que se realice: «Siempre antes de realizar una técnica aséptica. Siempre después de que haya existido posibilidad de contacto con fluidos corporales. Siempre después del contacto con el entorno del paciente».

Todos los profesionales implicados en la atención y el cuidado de los pacientes, con independencia del diagnóstico que tengan estos, deben realizar una higiene de manos. Sería conveniente que también la hicieran los propios pacientes, sus familiares y los visitantes que les atienden.

 

Técnica del lavado de manos

Los pasos para una técnica correcta de lavado de manos según la Organización Mundial de la Salud son:

  • Mojarse las manos
  • Aplicar suficiente jabón para cubrir toda la mano
  • Frotar las palmas entre si
  • Frotar la palma de la mano derecha contra el dorso de la mano izquierda entrelazando los dedos , y viceversa
  • Frotar las palmas de las manos entre sí , con los dedos entrelazados
  • Frotar el dorso de los dedos de una mano contra la palma de la mano opuesta , manteniendo unidos los dedos
  • Rodeando el pulgar izquierdo con la palma de la mano derecha, frotarlo con un movimiento de rotación, y viceversa.
  • Frotar la punta de los dedos de la mano derecha contra la palma de la mano izquierda, haciendo un movimiento de rotación, y viceversa.
  • Enjuagar las manos.
  • Secarlas con una toalla de un solo uso.
  • Utilizar la toalla para cerrar el grifo.

Lavado de manos para prevenir la transmisión del coronavirus.

El coronavirus ( virus SARS-CoV-2) está presente en las gotas que se generan en toda emisión de aire de una persona enferma (con síntomas o asintomática) que se generan al hablar, toser, estornudar o cantar.

Por el tamaño que tienen estas gotas no suelen llegar a través del aire a una distancia superior a 1,5-2 metros, aunquye gotas de menor tamaño generadas en aerosoles pueden llegar a una distancia superior o mantenerse en el aire circulante de una habitación durante horas. A partir de cierto momento las gotas caen y se depositan contaminando la superficie que las recibe. Al tocar cualquier objeto podemos portar en nuestras propias manos gotas que contienen virus con capacidad de infectar.

Imagen de Gerd Altmann en Pixabay

Por este motivo ¿cuándo hay que lavarse las manos?

  • Antes de tocarse la boca, la nariz o los ojos.
  • Antes de tocar alimentos que vayamos a ingerir.
  • Después del contacto estrecho con personas con síntomas respiratorios.
  • Después del contacto con superficies potencialmente contaminadas.
  • Después del contacto con superficies de uso frecuente (por ejemplo, puertas, barandillas y pasamanos).
  • Tras situaciones con elevada concentración de personas (por ejemplo, transporte público, otro tipo eventos con gran afluencia de público, ámbito escolar, etc.).
  • Cuando se tienen síntomas respiratorios, justo después de utilizar el pañuelo o de cualquier otra situación donde las manos hayan podido entrar en contacto con las secreciones respiratorias (toser, estornudar…).

Para la población general se recomienda que las manos deben lavarse con agua y jabón (si no se dispone de agua y jabón con soluciones hidroalcohólicas). Todos los jabones son igualmente efectivos para remover los microorganismos que producen las enfermedades.

De esta manera es importante transmitir a la población que el agua y el jabón son los elementos básicos para el lavado de manos y solamente en caso de no disponer de los mismos usaremos soluciones hidroalcohólicas por encima del 70-90% de alcohol.

 

Geles hidroalcohólicos.

Parece que los geles hidroalcohólicos se han convertido en elementos indispensables para la población y sólo deberían utilizarse cuando el acceso al agua y al jabón son complicados (normalmente cuando nos encontramos fuera de nuestra casa o del trabajo). Además no todos los geles hidroalcohólicos existentes en el mercado son iguales, ni todos igual de eficaces frente al coronavirus.

Antes de comprar cualquier gel es fundamental leer su etiquetado ya que existen geles higienizantes (cantidad de alcohol menor al 70%) y geles desinfectantes (concentración de alcohol por encima del 70%). Para que un gel sea eficaz para prevenir la infección por coronavirus ha de tener una concentración de alcohol entre el 70% y el 90% y tienen que cumplir la normativa UNE-14476.

Normalmente los geles que cumplen ambos requisitos muestran en su etiquetado ambas cosas y especifican de manera clara y visible ser eficaces frente al coronavirus.

La técnica a utilizar es similar a la del lavado de manos:

  1. Aplicar en la palma de la mano la cantidad de producto suficiente para que cubrir todas las zonas de ambas manos.
  2. Frotar las palmas de la mano entre sí.
  3. Frotar la palma de la mano derecha con el dorso de la mano izquierda y viceversa.
  4. Frotar las palmas de las manos entre sí con los dedos entrelazados.
  5. Frotar el dorso de los dedos de una mano con la palma de la mano opuesta.
  6. Frotar los pulgares de ambas con un movimiento de rotación sobre la mano contraria.
  7. Frotar las puntas de los dedos de una mano sobre la contraria.
  8. Secar las manos.

Hay que tener cuidado con los geles hidroalcohólicos ya que su altan concentración de alcohol y su efecto bactericida pueden tener efectos secundarios que van desde reacciones locales molestas hasta situaciones más peligrosas.

Pueden producir reacciones locales como sequedad de piel, dermatitis, fotosensibilidad (con exposición solar posterior a su aplicación) o incluso mayor sensibilidad de la piel al hacer desaparecer todas las bacterias (tanto las nocivas como las que ejercen una función protectora de la piel).

Cuidado con los niños donde su uso siempre tiene que estar supervisado por un adulto por el riesgo de ingerirlo (altas concentraciones de alcohol) o el riesgo que penetre en otras mucosas como la ocular con posibilidad de quemaduras que pueden llegar a ser potencialmente graves.

De cualquier forma… ojalá la costumbre de lavarnos las manos con agua y jabón de manera más frecuente quede como una secuela de esta pandemia


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Médico de Familia. Doctorando URJC. Apasionado por la aplicación de la tecnología en todos los aspectos de la salud. Entreno Pokemon, investigo con bots y a veces buceo.